LA MAGIA DE UN CORAZÓN DE PLATA
La baraja de plata que centraliza la trama de la novela La magia del corazón es la única de las cinco que se conocen en la actualidad que se conserva completa y en buen estado, la única cuyos 52 naipes han sobrevivido a cuatrocientos años de historia. No se sabe mucho del camino que ha recorrido durante esos cuatro siglos, por lo que me pareció un elemento ideal para crear una ficción ambientada en el XVII.
(Imagen extraída de El Mundo.es, procedente de la agencia EFE)
Descubrí la existencia de esta baraja uno de esos incontables días en los que navegaba por la red en busca de documentación para mis novelas, y ya no pude quitármela de la cabeza. Os dejo aquí el enlace de la noticia que llamó mi atención y que guardé en mis “favoritos” de Google hace ya unos cuantos años.
Poco revela el artículo periodístico, así que te voy a contar un poco más sobre estos naipes realizados por el grabador alemán Michael Frömmer, natural de Ausburgo, en 1616 (puedes ver la fecha en el as de bastos).
La baraja se describe en una publicación de 2012 de la editorial inglesa Paul Hoberton, especializada en libros de arte y catálogos de museos y exposiciones: Renaissance and Baroque Silver, Mountain Porcelain and Ruby Glass from the Zilkha Collection, de Timothy Schroeder, un experto en artes decorativas en plata y oro. Cada uno de los naipes mide 8,6cm. x 5 cm. y apenas tiene un milímetro de espesor. Los palos de la baraja corresponden al que consideraban “modelo italiano” (oros, copas, espadas y bastos), aunque este derivara del español.
Sí, fue en nuestro país donde las originarias monedas, copas, cimitarras y bastones de las barajas árabes que llegaron a Europa desde oriente se transformaron en los palos con los que jugamos al mus, al tute o al remigio. Con estos de plata y oro no se jugaba, por supuesto, eran solo un objeto de colección.
Las figuras de la baraja visten con ropas típicas del XVII italiano, excepto los reyes. El atuendo del de oros y el de copas remite a la antigua Roma, mientras que el de espadas viste como un santo emperador y el de bastos, como un sultán. Los elementos grabados en cada naipe están cubiertos con una fina capa de oro. Según Schroeder, el proceso de elaboración de esta clase de barajas que se exponían en los Gabinetes de Curiosidades podría haber representado un peligro para el artesano, ya que se empleaba mercurio, potencialmente venenoso, para unir químicamente el oro a la plata tras su paso por el horno.
Respecto a ese "corazón de plata" y sus poderes mágicos... Bueno, hasta ahora no se han descubierto, es una invención mía, una de esas licencias que se toma el escritor a fin de que la realidad sirva mejor a la ficción que quiere contar. En este caso, a La magia del corazón, y prefiero dejar que seas tú quien descubra, al leer la novela, cuál es esa magia. Pero sí te dejo la imagen del naipe en el que vi la forma de un corazón invertido y disparó mi imaginación.
Se desconoce quién fue el propietario original de esta baraja o si pasó por varias manos antes de llegar a los Borbones. Ni siquiera hay información sobre cuánto tiempo estuvo en posesión de la Familia Real española. Lo único que se sabe es que perteneció a la infanta Carlota Joaquina de Borbón (1775-1830), hija de Carlos IV y casada con Juan VI de Portugal y Brasil, que se la llevó consigo a Brasil cuando se exilió con la corte portuguesa en 1808 a causa de la invasión de España por parte de las tropas de Napoleón y que se la regaló a Josefa Oribe y Viana de Contucci (1789-1835), hermana y suegra de Manuel Oribe, presidente de Uruguay desde 1835 hasta 1838.
No he conseguido averiguar cuándo ni por qué se la regaló, pues la historia de Josefa Oribe (conocida por todos como “Pepa”) es compleja, pero se sabe que su esposo, Felipe Contucci, se erigió en el paladín de los derechos de la infanta Carlota a los dominios españoles de Río de la Plata, y quizá eso tuvo algo que ver. La cuestión es que así se supone que llegó la baraja de Frömmer a la familia Oribe, como un regalo de la infanta Carlota. Esto se deduce de la placa de cobre que hay en el interior de la caja de cuero en la que se conserva y que data de principios del siglo XIX.
Si has leído la noticia que me llevó a descubrir la existencia de esta peculiar baraja sabrás que se subastó el 19 de octubre de 2010 en la sede neoyorquina de Christie’s y que se vendió por 554.000 dólares. No menciona al comprador, pero quizá lo hayas deducido por el título del libro de Schroeder, que hace referencia a la Colección Zilkha. Y, ¿a quién pertenece esta colección?
¿Quién es el propietario actual de la baraja? Pues Selim Zilkha, un empresario británico de origen iraquí del que encontrarás una breve biografía en Wikipedia, y que no voy a copiar aquí. Pero sí me apetece contarte que es el fundador de Mothercare, una conocida cadena de productos para embarazadas y bebés (de los que yo utilicé unos cuantos), que se preocupa por nuestro planeta invirtiendo en fuentes de energía como la eólica o la biomasa, que tiene más dinero que tiempo (ha cumplido ya 91 años) y que parte de ese dinero lo dedica a financiar la investigación del Alzheimer en el Instituto Neurogenético Zilkha de Los Ángeles, fundado por él. Porque su sueño es encontrar una cura para esta terrible enfermedad y que ese hito sea su auténtico legado. Toda mi admiración y respeto por Selim Zilkha. Ojalá logre cumplir su sueño.
Selim Zilkha en su 90 cumpleaños, junio de 2017
(Fotografía extraída de la web Laetitia Vineyard & Winery)