El PORTAL MIRALLES y El señor de las Artes Gráficas
En la novela Un asunto delicado, la protagonista, junto con otros personajes, acude a una fiesta de la alta burguesía en la Finca Miralles de Barcelona. La fiesta es una invención mía, por supuesto, pero el lugar existió y todavía queda un pequeño e importante vestigio de él: el llamado Portal Gaudí o Portal Miralles, en el passeig Manuel Girona, 55-57. Es una de las pocas obras de nuestro gran arquitecto que puedes ver sin aglomeraciones y está categorizada como Bien de Interés Cultural desde 1969. Gracias a esto se pudo conservar lo que aún no se había derruido, aunque la restauración no se llevó a cabo hasta el año 2000. Fue entonces cuando colocaron la estatua a tamaño real de Antoni Gaudí, realizada por Joaquim Camps, en lo que fue el acceso principal a la finca.
Pero antes de hablarte de este lugar desaparecido y de lo que queda, quiero que conozcas a quien también da nombre a este monumento.
HERMENEGILDO MIRALLES (1859 – 1931)
En mi novela doy cuatro datos sobre él, y creo que merece más espacio y un mayor reconocimiento. Así que aquí van unos cuantos más que puedes ampliar, si despierto tu interés, en Internet o con este libro de Aitor Quiney (aunque solo está en catalán).
Hijo de un comerciante acomodado, Hermenegildo Miralles nació y creció en el barrio gótico de Barcelona, en una zona donde se ubicaban las empresas más importantes dedicadas a las artes gráficas y a la encuadernación. Pronto se interesó por estos oficios y entró a trabajar en el taller del encuadernador Pere Doménech i Saló, padre del arquitecto Lluís Doménech i Montaner.
Poco se sabe de su vida. Dicen que era un tipo elegante, aunque un tanto extravagante, amante de los caballos y los carruajes y amigo de los más célebres artistas y escritores de su época, bibliófilos y coleccionistas. En 1881 se casó con Victoriana Zaragoza, que contaba entonces con diecisiete años, y tuvieron seis hijos.
No se sabe exactamente cuándo abrió su propio negocio, pero en 1882 tenía ya un gran taller de litografía y encuadernación industrial en la calle Bailén, nº 59, con la maquinaria más moderna de su tiempo. Ocupaba todo el lateral de la calle y contaba con más de trescientos empleados. Fue uno de los más activos del momento, llegando a encuadernar miles de ejemplares al día para la editorial Montaner y Simón, y después para la editorial Espasa.
Frente a este taller tenía otro dedicado a la encuadernación artística, que es donde Miralles destacó. Contribuyó al renacimiento de la encuadernación artística catalana, movimiento que comienza en 1890 hasta bien entrado el siglo XX y que se caracteriza por la imitación de los estilos clásicos franceses, españoles e ingleses, a los que se suma una decoración modernista y ecléctica. A fin de igualar en belleza y perfección técnica lo mejor que se hacía en el extranjero, contrató a expertos franceses para que dirigieran la sección de dorado de su taller.
Además de la encuadernación, Hermenegildo Miralles también se dedicó al diseño gráfico y a la impresión. Diseñó más de cuatrocientas etiquetas comerciales para productos alimenticios, farmacéuticos, de tabaco…, que luego imprimía en su taller. También de su imprenta salían cromos, tarjetas postales, calendarios y hasta plafones decorativos y cajas de hojalata de lujo. Por su productividad y la calidad de todos sus trabajos le llamaban «El señor de las Artes Gráficas»
También fue editor y dueño de la revista Hispania (1899-1902), dedicada al arte, la literatura, los viajes y curiosidades de la vida de su tiempo.
Podríamos decir que fue un empresario que se enriqueció con el trabajo bien hecho, algo que no se puede aplicar a todos y que yo valoro mucho. Es una de las razones por las que quise que tuviera un espacio en mi novela.
Otra de las razones es el objetivo que Miralles tenía siempre en mente: crear objetos de alto nivel artístico a un precio económico para llevar el arte a las clases medias y a las menos privilegiadas. Con este fin inventó y patentó unos azulejos de cartón piedra que imitaban a los de estilo hispanoárabe, sevillano y valenciano. La fusión de las artes gráficas y las decorativas fue una innovación, y este nuevo tipo de azulejos se utilizaron hasta finales de los años veinte del siglo XX. Lo que no he encontrado es por qué dejaron de utilizarse.
Presentó la patente en 1892, y dos años después publicó un catálogo completo con una portada neogótica diseñada per Josep Pascó y que hoy en día se considera una pieza de coleccionista. La Biblioteca de Catalunya conserva un ejemplar que forma parte del Fons Hermenegildo Miralles.
En el catálogo se definían las características, las ventajas y el procedimiento de colocación de estos azulejos. Medían 20 x 20 cm y se fabricaban con tres clases de cartón, unidos entre sí por presión hidráulica. Luego, se imprimían por medio de litografía o fototipia y se esmaltaban por las dos caras y en los cantos para asegurar un aspecto brillante y la impermeabilidad. Además de como revestimiento mural, se podían utilizar para decorar muebles y artesonados. Su principal ventaja era la facilidad y rapidez de colocación, la resistencia superior a la de la arcilla y que pesaban muy poco, lo que reducía el coste del transporte.
Por su alta calidad y elegancia, arquitectos como Antoni Gaudí, Josep Puig i Cadafalch, utilizaron a menudo estos azulejos imitación en los interiores de los edificios que proyectaron. Todavía puedes verlos en la Casa Vicens de Barcelona (Gaudí, 1883), en un mueble paragüero del restaurante Els quatre gats y en el hotel rural Font de l’Oca, situado a 2km. del monasterio de Poblet (Tarragona)
La actividad empresarial de Miralles finalizó entre 1926 y 1928, unos pocos años antes de su muerte.
LA FINCA MIRALLES
Te comentaba que no queda nada de ella, salvo una parte del muro que la cercaba y que hoy se conoce como el Portal Miralles, pero alguna fotografía se ha conservado.
El conjunto fue derruido a mediados de los sesenta, aunque ya había ido quedando “emparedado” por las cocheras de la compañía de tranvías y edificios de nueva construcción. En la web Barcelofilia hay imágenes curiosas sobre esto y más información.
Hermenegildo Miralles había comprado la parcela al conde Eusebi Güell, mecenas de Gaudí, y le encargó al arquitecto el proyecto del muro que rodearía la finca. El de la casa se lo pidió más adelante a Domènec Sugrañes (1878-1938), colaborador de Gaudí en La Pedrera y la Sagrada Família, y no quedó construida hasta 1919. Como puedes ver en la fotografía, tiene el estilo de la barraca valenciana, con tejado a dos aguas y de inclinación muy pronunciada; una cruz de cuatro brazos muy gaudiniana coronaba el edificio. Otra barraca, más pequeña y paralela al muro que delimitaba el recinto, servía de vivienda a los cuidadores de la finca.
El muro data de 1901-1902, años en que Gaudí acababa de construir su primer gran proyecto residencial: la casa Calvet (c. Caspe, 48), que curiosamente fue su única obra premiada por el Ayuntamiento de Barcelona en aquel Concurso Anual de Edificios Artísticos que instauró en 1899 y se celebró hasta 1930. Ya describo el muro en la novela con la mirada de un profano como es el periodista Ricardo Arbona o como lo soy yo, así que no voy a repetirme aquí ni a añadir términos arquitectónicos que no domino y que puedes encontrar en otros blogs.
La intención de este post es, sobre todo, darte a conocer la figura de «El señor de las Artes Gràficas» y aportarte la información que no tenía cabida en la novela Un asunto delicado y que forma parte de la historia real en que se ambienta. Y de paso, por si no te sonaba o todavía no la has leído, admito que también pretendía despertar tu interés por leerla. Aquí te dejo un link con la sinopsis y el primer capítulo gratis.
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