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Nuria Llop

CÓMO ESCRIBÍ «UN ASUNTO DELICADO»

Imagen del libro Un asunto delicado con una máquina de escribir antigua y Barcelona de fondo

Escribir Un asunto delicado me ha llevado más tiempo que cualquier otra de mis novelas. Lo habitual es que las de romántica histórica me ocupen entre doce y dieciocho meses, y las de contemporánea (las que publico con el seudónimo Carol Davis) entre cuatro y seis.


La diferencia está, sobre todo, solo en el tiempo que dedico a documentarme para que la ficción esté bien encajada en la realidad de la época en la que se ambienta,  pero también en la elaboración de las tramas y el desarrollo de los personajes. Parte del público lector al que va dirigido es distinto y trato de adaptarme a ese público que prefiere historias más ligeras y de lectura rápida.


De todos modos, busco siempre en ambas la calidad, que la novela esté bien escrita y que tenga cierta originalidad, que se diferencie en algo del resto de títulos que hay en el mercado. Tengo suerte de poder permitírmelo, ya que mi trabajo en doblaje es el que me da de comer. Y aunque disfruto más escribiendo histórica, necesito a Carol Davis. Aquí te dejo el link del post donde te cuento por qué y empiezo ya con el tema de este.


CUATRO AÑOS

Parecen muchos para escribir una novela, pero no lo son cuando buscas un resultado específico y no lo consigues a la primera. Ni a la segunda. Es lo que me pasó con Un asunto delicado, por lo que la dejé reposar varios meses, dos veces, durante ese período de 1460 días. Ten en cuenta que mi tiempo de escritura se limita a unas tres o cuatro horas diarias y, aunque es inevitable que la ficción que estoy creando siga en mi mente, procuro desconectar de ella mientras trabajo. Hablé de esto en la entrevista que me hicieron Paola C. Álvarez y Pilar N. Colorado para su podcast Círculo Literario de Mujeres Escritoras, que puedes escuchar aquí. También conté que la idea de mis novelas suele partir de un personaje, y así fue en Un asunto delicado.

 

EL PROCESO PASO A PASO

Quería escribir una historia en la que la protagonista fuese una mujer de cuarenta años, burguesa típica, que ya hubiera dado un giro a su vida con el que se sintiera satisfecha y que tuviera que enfrentarse a un problema que la llevara a una nueva transformación. Después de todo, así es la vida, ¿no? Estamos en constante evolución, cada obstáculo que superamos modifica un poco nuestra forma de ver las cosas y, a menudo, nuestro comportamiento y actitud. O así debería ser.

A esta idea de la protagonista se sumó que me apetecía mucho escribir un crimen, y que ese crimen fuese la trama principal. Era 2019, Círculo de Lectores había cerrado y yo me sentí “huérfana” en mi aventura literaria. Había publicado con ellos mis dos trilogías ambientadas en el Siglo de Oro (cada año una novela) y habían tenido una gran acogida entre las socias del club, pero mi objetivo de consolidar un subgénero propiamente nuestro, que abrió Nieves Hidalgo con sus novelas históricas ambientadas en España, y de convertirlo en exportable parecía una causa perdida.

Para compensar mi desánimo y no traicionarme a mí misma poniéndome a escribir romántica de duques ingleses, lairds o cowboys, decidí aparcar temporalmente este género literario y probar con el de misterio. Es el primero que me enganchó a la lectura (a los trece años ya me había leído todas las de Agatha Christie) y del que tampoco me he cansado nunca.

Esquema del proceso de escritura de "Un asunto delicado"
Proceso de escritura de «Un asunto delicado»

LA ÉPOCA Y EL LUGAR

En una conversación sobre todo esto en casa de mis suegros surgió la idea de situar ese misterio con asesinato en la Barcelona modernista. Me encantó. A partir de ahí, me puse a trabajar.  Primero, en el tema de fondo. Es importante que haya uno en una novela (o más, si quieres), y que esté relacionado con el conflicto. El tema principal lo tuve claro enseguida, pero no te lo concretaré aquí porque podría ser spoiler. La idea de la doble muerte surgió después de descartar muchas que no encajaban con mi protagonista femenina; dada su clase social y su edad, tenía que ser una mujer casada o viuda. Enviudar dos veces me ofrecía mucho juego y poder darle a la novela ese toque de humor que a mí me gusta que tengan.

Ya con esa base, comencé a buscar información general sobre Barcelona en la época del modernismo, que abarca desde la última década de siglo XIX hasta las primeras del XX, siendo la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 lo que marca su final. La búsqueda también me sirve para acotar el período en que se va a desarrollar la ficción. Como no quería intervención policial en mi investigación, necesitaba situarla en un año en que pudiera ocultar un crimen con facilidad y sin que pareciera raro. La época del pistolerismo (1917-1923) me pareció perfecta para ello; elegí 1921 porque fue el más convulso y, además, la suma de sus cifras da 13. Es mi número favorito y siempre lo incluyo en mis novelas de alguna manera, aunque sea encubierta.

 

EL CONFLICTO

No me refiero al de la novela, esa doble muerte que acabo de mencionar, sino al que me surgió a mí. Te cuento: entusiasmada porque ya tenía el año, la ciudad, la protagonista y una idea bastante clara del asesinato a investigar continué recopilando documentación, pero ya centrada en la línea temporal de la viuda. En esa nueva búsqueda me apareció una fotografía que me atrapó: la de la actriz Mary Brian. Era la imagen que yo tenía en mi cabeza para la mujer burguesa que estaba creando. El problema vino cuando vi la de Ramón Novarro, un latín lover del cine mudo, y mi mente de escritora de romántica comenzó a susurrarme sin parar: «añade un romance, añade un romance, añade un romance…».

Vale, no me iba a costar nada incluir indicios de una posible historia de amor, apuntar un principio y nada más. Así, mis lectoras habituales no se extrañarían tanto al leer mi nueva novela.

Entonces, ¿dónde está el problema?, te estarás preguntando.

Pues en que me di cuenta de que no tenía los conocimientos suficientes para escribir un misterio. Por muchos que hubiera leído, es distinto escribirlo. Y aunque siempre he incluido uno en mis novelas románticas como trama secundaria, no es lo mismo cuando se trata de la trama principal.

Cada género literario tiene unas bases, unas reglas establecidas y más o menos laxas a las que es preferible adaptarse si quieres encajar en él, sobre todo si tu intención es publicar con editorial. Esa era la mía, y por lo tanto, necesitaba conocer esas reglas, así que me armé de manuales para escribir novela policíaca.

Si te interesa adentrarte en la escritura de este género te recomiendo los de Ana Bolox (echa un vistazo a su web, porque lo más básico viene ahí) por cómo están estructurados y por la claridad de sus explicaciones.

Intenté aparcar la ficción para centrarme en el aprendizaje, pero me costaba tanto que opté por ir aplicando la teoría a la práctica, como he hecho en los talleres de escritura que he cursado. Después de jugar con varias posibilidades, decidí que quería un crimen «de habitación cerrada» y comencé a trabajar en eso.

 


EL DESARROLLO

Necesitaba un lugar donde estuvieran los sospechosos y recordé que la madre de mi suegro alquilaba habitaciones en su casa. Como su marido era actor, solía alojar actores y personas relacionadas con el teatro y el cine. También mi abuelo estuvo en una habitación alquilada en Montmartre durante un año cuando era joven y quiso ser pintor y conocer la vida bohemia de París. Estos dos recuerdos encontraron dónde encajar cuando inicié una búsqueda de residencias para artistas a principios del siglo XX y me apareció Yaddo, en Saratoga Springs.

Cogí cuatro ideas de su web y busqué un nombre con similitud fonética para la residencia de mi protagonista en Barcelona: Lledó. El nombre de pila surgió por sí solo. Iba a ser un misterio con un apunte de romance, por lo que no habría ni un beso en esa trama que sería muy, muy secundaria. Que la viuda, dueña de la residencia de artistas, se llamara Blanca me pareció simbólico y muy adecuado.

(Ahora llaman "clean romance" a la romántica sin sexo explícito, pero siempre la habíamos llamado "romántica blanca", un término que me gusta muchísimo más porque no lleva connotaciones implícitas para la novela con escenas de alta temperatura)

No me extenderé en contarte cómo pergeñé toda la trama ni cómo fui creando al resto de personajes (los sospechosos entre ellos) porque también me arriesgaría a hacer algún spoiler, solo te diré que fue un proceso bastante largo pero que disfruté de principio a fin. Igual que disfruto siempre de la búsqueda de documentación de la época, que desata mi imaginación y me sirve para perfilar la ficción al detalle, además de dotarla de cierta realidad. En Un asunto delicado te encontrarás, por ejemplo, con que el robo de La Gioconda (1911) tiene su importancia en la investigación, y con referencias al movimiento sufragista español y a personajes reales que influyen en la definición y evolución de los ficticios.

 

EL DESENLACE

Ahí surgió el segundo problema, y fue más gordo: cuando terminé de escribir la novela, no me gustó lo suficiente como para enviarla a editoriales. Desanimada, la guardé en un cajón porque no sabía cómo mejorarla. Entonces llegó la pandemia y no quise volver a pensar en crímenes, así que me inventé a Carol Davis. Después, las circunstancias familiares tampoco fueron propicias (la parca se llevó a mi madre, que había pasado unos meses muy duros) y hasta 2021 no rescaté la novela, dispuesta a reescribirla.

La perspectiva del tiempo me hizo verla con otros ojos y decidir que, para mi gusto, le faltaba romance de verdad. Acudí a mis dos lectoras cero y, con sus opiniones, convertí aquel cozy mystery (empezaba a ponerse de moda este término para la novela policíaca acogedora, sin violencia ni sexo) en una mezcla de misterio y romántica a partes iguales.

Lo que yo creía que podría hacer en un par de meses me llevó casi un año, porque ninguna de las probaturas me convencía, y llegó un punto en que me dije que tenía que parar. Tampoco me sentía muy orgullosa del resultado que di por definitivo, pero eso me ha ocurrido con todas las novelas que he escrito, así que me decidí a enviarla a Ediciones Versátil (me gusta mucho su línea editorial) y probar suerte. La tuve, porque Esther Herranz y Eva Olaya sí supieron ver lo que fallaba en Un asunto delicado, y pude arreglarla siguiendo sus acertados consejos.

Te cuento un poco más de todo esto (¡y sin spoilers!) en un directo de Instagram que hice gracias a Sara de @perdidaentrenovelas y que puedes ver aquí.

Portada de "Un asunto delicado", novela cozy mystery en la Barcelona modernista

Si has leído ya la novela ¡muchas gracias! Espero que hayas pasado buenos ratos con ella. Y si aún no te has decidido o ni te sonaba, te animo a echarle un vistazo en su página de Versátil. Clica en la portada y te llevará allí, donde podrás leer o escuchar el primer capítulo y decidir si te apetece darle una oportunidad.

 

Y como siempre, te doy las gracias por leer este post y por compartirlo en tus redes sociales, si te ha gustado. Puedes dejar un comentario en cualquiera de las mías y lo leeré encantada.

 

 

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