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Nuria Llop

LA OCA DEL AMOR: De Cupido a Cupido...

La Oca. Ese juego tan popular al que todos hemos jugado alguna vez y que muy pocos nos hemos preguntado quién lo inventó o cuándo. Confieso que yo jamás me lo había planteado. Hasta que me apeteció utilizarlo en una de las novelas que quería escribir: La magia del corazón. Tuve suerte (no siempre la tengo). En 1640, año que había elegido para situar la historia de amor entre Enrique y Elena, ya existía. Y doble suerte cuando vi que también existía un tablero muy especial.


Pero antes de hablarte de él, y por si he despertado tu curiosidad sobre el origen del juego de la oca, te diré que es incierto. Hay tres teorías, que solo voy a mencionar o me extendería demasiado, y puedes buscarlas en la red para formarte tu propia opinión. Una apunta a que procede del Disco de Phaistos hallado en Creta y datado a finales de la Edad de Bronce. Otra, que es una guía encriptada del Camino de Santiago, creada por los Templarios y basada en los marcadores que los Maestros Constructores dejaban en las catedrales, castillos, puentes… Y la tercera, que lo inventaron los Medici a finales del siglo XVI.



Lo cierto es que el tablero más antiguo que se conserva data de 1580, anónimo e impreso (supuestamente) en Venecia, y que una carta, fechada en 1574 y procedente de la corte de Madrid, agradece a Francisco de Medici el regalo del tablero del juego de la oca que este ha hecho al monarca Felipe II.


(El de la imagen data de 1598 y lleva la firma del impresor de Roma Lucchino Gargano. Mide unos 50cm. x 38cm. y se conserva en la British Library de Londres.)


El juego causó furor entre los nobles españoles y muy pronto se difundió por otras cortes de Europa. Gustó tanto, que se crearon variantes del tablero, y una de ellas es esa tan especial que utilizo en La magia del corazón:


LA OCA DEL AMOR


Si estás pensando en una “oca erótica” de 69 casillas como las que puedes comprar actualmente, olvídalo, no tiene mucho que ver. La que sirve de entretenimiento a los personajes de mi novela (y especialmente a los protagonistas) mantiene las 63 casillas del juego original y la simbología numérica que se le atribuye, aunque adaptada a la vida terrenal en lugar de a la espiritual. Puede que esto te suene raro, pero, a pesar de las distintas teorías sobre el origen del juego, todas parecen coincidir en que es una metáfora del camino que el ser humano recorre desde el nacimiento hasta alcanzar el Paraíso, la plenitud de conocimiento. Las casillas que en el juego nos fastidian (puente, pozo, posada, cárcel, laberinto, muerte) representarían las pruebas que tenemos que superar a lo largo de la existencia, las crisis interiores, mientras que las ocas (animal sagrado en muchas culturas) serían las personas que nos acompañan en el camino y nos ayudan a avanzar; las casillas de los dados se interpretan como los golpes de suerte (solo hay dos, qué lástima). El resto estaba en blanco en la mayoría de tableros que se conservan. Son pocos, ya que se imprimían en papel que se pegaba a una madera, de modo que el grabado pudiera reemplazarse fácilmente cuando se gastaba por el uso.


Vuelvo a los números. En la oca original prevalece el 9, que simboliza la sabiduría plena, el fin del ciclo. Las ocas están a una distancia de 5 y 4 casillas, y salvo las dos primeras, todas se sitúan en aquellas cuya cifra suma 9.


La Oca del amor se construye sobre el número 7. Los cupidos, sustitutos de las ocas, ocupan las casillas que son múltiplos de 7 y corresponderían a los períodos críticos que la vida sufre cada 7 años (superar los 63 en aquellos tiempos era toda una hazaña). También hay 7 obstáculos (igual que en la oca normal), pero se sitúan en distintas casillas y los dibujos también son distintos, aunque equivalentes. El trono, por ejemplo, puede equipararse a la posada y el banquete, a la cárcel.

La espiral típica por la que avanza el jugador se convierte aquí en una serpiente con el fin de representar cómo actúa el amor: se enrosca en el corazón como una serpiente y se adueña de él, inyectándole su veneno. Llegar a la casilla final, a ese Paraíso simbólico, es encontrar el amor de pareja, como muestra la imagen que la ilustra: un jardín del amor.


Las reglas del juego vienen detalladas en los laterales, y si te preguntas qué pareado se entonaba en lugar del “de oca a oca, tiro porque me toca”, pues no lo sé. Tuve que inventarme uno para la novela:


“De cupido a cupido…”

¿Sabes qué? No te desvelo aquí lo que sigue. Así, a lo mejor, te entran ganas de leerla. (Sí, sé que ahora me estás maldiciendo)


Cuento en La magia del corazón que han comprado el tablero en Italia. Es otra invención mía. Lo más probable es que, en ese año, se hallara en algún rincón del palacio de Coudenberg (Bruselas), donde residía la corte, ya que perteneció a la infanta Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II), que gobernó en los Países Bajos hasta su muerte, en 1633. Para ella lo realizó el grabador e impresor flamenco Pieter de Jode, en Amberes, en 1620. Así lo indican la corona que luce la serpiente en la cabeza y la palabra “Real” incluida en el nombre del juego:


"EL JUEGO REAL DE CUPIDO OTRAMENTE LLAMADO EL PASSA TIEMPO DE AMOR"

Es una pieza única que se conserva en la British Library de Londres, de cuya web he extraído las imágenes. Y, si queréis ver más tableros antiguos, podéis entrar aquí.


Puede que a partir de ahora, cuando juegues a la oca, mires con otros ojos ese tablero que tienes en casa (¿quién no tiene uno?), lleno de dibujitos de colores vivos y con una o dos ocas en la casilla nº 1 preparadas para aventurarse en el camino espiral que culmina en un hermoso cisne, animal que simboliza la riqueza espiritual y ese tesoro llamado Amor.


Gracias por visitar mi blog y, si te ha gustado este post y quieres compartirlo en tus redes, ¡adelante!


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