Protagonistas de la novela romántica histórica
Este es un extracto de un artículo que escribí para la revista digital Cirqla, que publicaba Círculo de Lectores y que llevaba por título "8 consejos para crear personajes en una novela romántica histórica". Como la revista ya ha desaparecido y el artículo tuvo buena aceptación, me han dado su permiso para subirlo a mi blog, así que, lo he reformado un poco y... ahí va.
Los protagonistas en una novela romántica son tan importantes o más que el argumento en sí. Lo que nos mantiene enganchados a sus páginas no es cómo terminará, sino el modo en que evoluciona su historia de amor, sus sentimientos y las emociones que nos transmiten, tanto a través de sus actos como de sus pensamientos.
Cuando se trata de romántica histórica la mayor dificultad es lograr que esos protagonistas (y el resto de personajes) resulten creíbles al lector del siglo XXI. ¿Cómo conseguirlo? La clave está en la documentación. Sin embargo, un exceso de datos sobre hechos históricos no hará que nuestro personaje sea mejor o más real. Eso puede servir para elaborar las tramas de la novela, pero no para el hombre o mujer que estamos creando. Para eso, aconsejo seguir unos pasos, algunos de los cuales también te servirán para protagonistas de novela contemporánea:
1. Definir su personalidad. Es fundamental que conozcas los principales rasgos psicológicos que caracterizan a tus personajes, la esencia, esas emociones atemporales propias del ser humano. Rudo o delicado, ególatra o altruista, tímido o extrovertido… cuanto más definido esté en tu imaginación, mejor.
2. Situarlo en una época histórica. Elige la que más te atraiga, quizá una en la que te hubiera gustado vivir. Lo importante es que te interese lo suficiente para que no te aburras mientras pasas horas y horas seleccionando información. Si ya le has adjudicado un oficio o profesión, sugiero buscar una época en la que dicho oficio tenga relevancia. Así será más fácil hallar referencias que podrás utilizar para que tus protagonistas sean más cercanos al lector. Por ejemplo, en La joya de mi deseo, yo quería que Álvaro Villanueva fuera un actor español de renombre y me pareció lógico que naciera durante el Siglo de Oro puesto que es un período de nuestra cultura en la que el teatro era tan popular como lo es hoy día el fútbol.
3. Elegir la clase social a la que pertenece. El puesto que el personaje ocupe en la escala social marcará buena parte de su comportamiento, su forma de hablar y de vestir. Su oficio puede ayudarnos a situarlo en un determinado estatus pero no siempre determina su nivel económico.
4. Darle un aspecto creíble. Busca detalles específicos sobre indumentaria y lo que hoy día llamaríamos "estilismo". Lo más práctico es recurrir a la pintura de la época elegida o a la fotografía, si la hay. Al mismo tiempo, una buena selección de imágenes te ayudará a conocer el ideal de belleza del momento, sobre todo respecto a la mujer. Piensa que no siempre un cuerpo delgado de modelo de pasarela ha sido considerado el cuerpo femenino perfecto o que la estatura media no era la misma en el siglo XVII que hoy en día. Un hombre de 1,90cm., tan atractivo en nuestro tiempo, sería considerado un entonces un temible gigante.
5. Inventarle un pasado. Aquí puedes recurrir o no a la documentación, aunque aconsejo utilizarla para darle mayor credibilidad al personaje. Por ejemplo, si es huérfano, creo que impacta más si sus padres han sido víctimas de una epidemia de peste concreta y documentada que si se han despeñado accidentalmente por un barranco. Si trazas una línea temporal desde su fecha de nacimiento hasta el momento en que comienza la novela, podrás saber si ha vivido años de guerra, hambruna o algún acontecimiento histórico especial. Todo lo que haya vivido son experiencias que marcan su comportamiento y debes conocer por completo el pasado de tu personaje, su familia, la educación que ha recibido, si se ha enamorado alguna vez, si tenía una mascota… Pero recuerda que solo debes contarle al lector una parte de ese pasado, lo que sea crucial para la historia que narras, o corres el riesgo de aburrirlo o despistarlo con datos irrelevantes para el argumento. Fíjate en la teoría del iceberg, de Hemingway.
6. Sumergirlo en el entorno. Salvo excepciones, el ser humano crece en un determinado entorno socio-cultural, por lo tanto tu personaje también. Aquí sí es muy importante documentarse. Es imprescindible saber cómo se concebía el amor en ese momento y entre los de la clase social a la que pertenece, cuáles eran las costumbres matrimoniales y las relativas al sexo. En base a ello y a esos rasgos esenciales que has definido al principio decidirás si el personaje es fiel a las tradiciones, un rebelde o un indeciso.
7. Decidir su evolución. Los protagonistas no pueden llegar al final de la historia exactamente igual a como la han empezado. En la vida real cada experiencia supone un aprendizaje y una evolución (o así debería ser), y en la ficción debe ocurrir lo mismo. Retoma aquí esos rasgos que has definido en el punto 1 y escoge cuál o cuáles quieres que evolucionen. Para que el cambio resulte creíble aconsejo que no sea radical. Si el personaje es introvertido, no sería lógico que de repente se convirtiera en un experto en relaciones sociales; bastará con que haya aprendido a abrirse a los que le rodean y a salir de su aislamiento personal.
8. Buscarle un nombre adecuado. Parece una tontería, pero no lo es. Encontrar un nombre y apellidos que encajen con el personaje, la época y el lugar donde se desarrolla la acción y que, además, te guste y sea inolvidable para el lector no es tan fácil. Puede que se te haya ocurrido mientras lo vas creando, pero si no, no te obsesiones. Busca estudios de onomástica o recurre a personalidades históricas del período en cuestión. Empieza a escribir tu historia con un nombre provisional, siempre estás a tiempo de cambiarlo. Confieso que algunos de mis personajes me han reclamado más de una vez que vuelva a bautizarlos. Escúchalos. Si están bien construidos, ellos te guiarán.
Es muy útil crear una ficha completa de cada personaje, no solo de los protagonistas. Las que ves en la foto son algunas de las que corresponden a La diosa de mi tormento. Suelo buscar una imagen acorde con la yo tengo en mi mente y la incluyo en la ficha, pero no siempre la encuentro. Casi nunca para los protagonistas, porque me interesa más su personalidad y sus emociones que su apariencia física, y prefiero que sea la imaginación del lector la que se encargue de darle el aspecto que más le guste.
Y un último consejo para cuando escribas esa historia que quieres contar: enamórate de tus protagonistas. Locamente. Es la única manera de que también el lector los adore y se conviertan en inolvidables.