Secretos inconfesables de Carol Davis
Las lectoras que me conocéis por mis novelas ambientadas en el Siglo de Oro español quizá os hayáis preguntado por qué de repente aparezco con dos comedias románticas contemporáneas y firmando con un seudónimo. Algunas me habéis preguntado ya cuándo volveré a publicar una novela histórica nueva. Todavía no puedo responder a esto, pero calculo que será para el próximo año. Ahora estoy inmersa en la documentación que necesito para escribirla mientras le doy cancha a Carol Davis.
Sí, en verano podréis leer otra de las locuras un tanto surrealistas de esa parte de mí que necesita contar historias de amor más desenfadadas, más ligeras y, dicha sea la verdad, más vendibles. Así es. No me quiero engañar. La romántica contemporánea tiene un público más amplio que la histórica desde hace ya algún tiempo. Y, aunque me duela un poquito, porque soy muy fan de la histórica, también tiene sus ventajas para mí. Y una de ellas es que se adapta muy bien a mi objetivo principal cuando escribo: entretener, conseguir que sonriáis y hasta que soltéis una carcajada de vez en cuando. Sé que el humor es muy personal y que no puedo conectar con el de todas las lectoras, pero sí con una parte. O dos. O tres. O incluso más, cuando ponga en práctica los recursos que voy aprendiendo en el taller “Escribir con humor” al que estoy asistiendo.
¿¿¿Esto es un secreto inconfesable???
¿¿¿Que estás haciendo otro
taller de escritura???
Pues no, aunque podría serlo. He visto a muy pocas autoras de romántica contar cómo se van formando en el oficio de escribir y, a lo mejor, resulta que aprenderlo se considera un secreto inconfesable. Por aquello de que la gente puede pensar que si necesitas aprender es que no sabes lo suficiente, y si no sabes lo suficiente, la novela que publiques será mala. Bueno, es un razonamiento simple y bastante lógico, pero un tanto equivocado. Escribir es un oficio y, como tal, siempre hay cosas que aprender. Y, aunque se puede aprender mucho leyendo o con algunos de los manuales de escritura que hay a la venta, va muy bien cursar un taller de vez en cuando. Creer que basta con el talento porque se trata de un oficio artístico es un error. Y muy común, por desgracia. El talento funciona muy bien con las primeras historias que escribes. Brotan de los dedos casi por sí solas y pueden ser hasta muy buenas. El problema surge a partir de la tercera o la cuarta, cuando el talento necesita alimento. Necesita técnica. Necesita crecer. Y necesita, sobre todo, humildad. Es lo que favorece la autocrítica y la autoexigencia, y lo que hará que las siguientes historias que queramos contar sean mejores que las primeras. O no. A veces, las autoras podemos "pinchar".
¿Cuál es entonces el secreto inconfesable?
Pues algo relacionado con esto del aprendizaje. La bilogía «Los Calverston» que autopubliqué el año pasado con el seudónimo Carol Davis la componen las dos primeras novelas que escribí, hace ya más de diez años. Seis editoriales rechazaron los manuscritos. Por aquel entonces, me cabreé y me frustré muchísimo (yo creía que eran buenas novelas) y las guardé en un cajón, dispuesta a olvidarme de ellas. En los inicios del confinamiento tuve un bloqueo creativo, y unas amigas me animaron a desempolvar aquellos manuscritos y a autopublicarlos. Cuando los leí, me di cuenta del buen criterio que habían tenido las editoriales al rechazarlos en su momento. Cojeaban por todas partes. Así que, con el aprendizaje de estos diez años gracias a un par de talleres de escritura y a las dos estupendas editoras que he tenido hasta ahora, las reescribí. Donde menos te lo esperas y Cuando menos te lo esperas mantienen solo un 50% de lo que eran. Están reestructuradas conforme a los cánones de la comedia romántica, las tramas bien hilvanadas y los personajes más trabajados. Podrá gustar o no mi sentido del humor, mi estilo de escritura o que sean novelas corales con historias de amor paralelas, pero... ¡es lo que hay! Lo que llaman "voz propia" de una autora.
De todos modos (y ahí va otro secretillo), como el subgénero de contemporánea no es mi especialidad, me daba un miedo terrible sacarlas a la luz y defraudar a mi público lector. Por eso opté por publicarlas con seudónimo. Aunque sin esconderme tras él, porque me habría complicado la promoción de las novelas y, tarde o temprano, alguien acabaría descubriendo que Carol Davis era Nuria Llop. O yo misma terminaría delatándome. Ahora, después de casi un año de publicar la primera entrega de «Los Calverston», estoy contenta con la acogida que ha tenido la bilogía y me apetece seguir escribiendo comedia romántica contemporánea tanto como histórica.
Otro secreto (in)confesable: por qué elijo el seudónimo
No se me ocurrió a mí, sino a mi marido. Me sugirió que escogiera un nombre que tuviera un significado especial para mí, uno que me transmitiera amor cada vez que lo viera escrito, o terminaría odiándolo. Me preguntó: «¿A quién quieres más en este mundo?». No me atreví a decirle que a Henry Cavill, así que respondí: «A ti y a nuestros dos hijos». Y él, henchido de felicidad, me dijo: «Pues ya lo tienes. Transfórmalos en un nombre inglés de mujer, y ya está». Me quedé a cuadros, pensando en cómo era Manolo (así se llama mi marido) en inglés y femenino. Por la cara que puse, adivinó lo que estaba pensando, se echó a reír y especificó: «¡Mi nombre no! Los de los niños, David y Carlos. Por ejemplo, Carol Davis suena bien». Le di un besazo al instante y ya no busqué más opciones. Ni siquiera busqué si había otra autora con ese nombre, lo que me generó un problemilla que tardé varios días en solucionar con Amazon. Porque sí la hay, una autora anglosajona de ciencia-ficción. Donde menos te lo esperas se había incluido automáticamente en su página de autora y aparecía allí, con sus ocho novelas autopublicadas. Por eso tuve que añadirle una L. al seudónimo y así lo encontraréis en Amazon: Carol L. Davis.
¿Más secretos?
Pues sí, sobre la comedia que estoy escribiendo y que quiero publicar en verano. Pero este post es ya demasiado largo y lo dejo para otro. Solo os diré que será la primera de una serie y que estoy entusiasmada con ella y con sus protagonistas: Blake y Audrey. Son estadounidenses, sí. De momento, reservo las novelas ambientadas en España para la romántica histórica. Y, si aún no te has lanzado a leer este subgénero, te animo a hacerlo con la trilogía «Corazones solitarios». Tienes ya disponible en Amazon la primera entrega El secreto de una dama, y tendrás la segunda en abril.
¡Gracias y hasta el próximo día 17! (No, mi post mensual no coincide con mi período menstrual)
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