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Nuria Llop

EL COLISEO DEL BUEN RETIRO: Un teatro para "El regalo más dulce" y "El secreto de una dama"

A cuatro días de que se celebrara el aniversario de la inauguración de este teatro (si aún existiera) quiero hablarte un poco de él, ya que es el punto de partida de la trama de El regalo más dulce y tiene también un hueco en la novela El secreto de una dama.


Abrió sus puertas el 4 de febrero de 1640 con la representación de una comedia de Francisco Rojas Zorrilla, Los bandos de Verona, que es una especie de parodia de Romeo y Julieta de Shakespeare. Un detalle de la comedia me sirvió para darle un giro a la historia de El secreto de una dama, y una invención mía –que la actriz principal dejara la obra a pocos días del estreno y necesitaran una sustituta- es lo que genera el conflicto en El regalo más dulce. Si aún no las has leído y te apetece saber algo más de estas novelas, pásate por aquí y a lo mejor, te animas a incluirlas en tu lista de lecturas. Este post es para que te hagas una idea de lo que fue el Coliseo, ese espacio que, por desgracia, desapareció con la ocupación del palacio del Buen Retiro por parte del ejército de Napoleón en la Guerra de la Independencia.


El Coliseo tuvo un fuerte protagonismo en la vida teatral de la Villa y Corte. En un principio, lo compartió con los dos corrales de comedias más concurridos, el del Príncipe y el de la Cruz, pero llegó a convertirse en su competencia y a contribuir a la decadencia de ambos. Aunque se construyó para uso y disfrute de los monarcas y la Corte, comenzó a funcionar como teatro público a partir de la segunda mitad del XVII. Los magníficos espectáculos que ofrecía no tenían rival en los que se representaban en los corrales.

Las obras de construcción, bajo la supervisión del escenógrafo italiano Cosme Lotti, duraron dos años. Tras la muerte de Isabel de Borbón (1644), Felipe IV prohibió seguir representando comedias en el Coliseo, por lo que el teatro quedó abandonado hasta 1651, cuando se reinauguró a petición de la nueva esposa del rey, Mariana de Austria. Otro escenógrafo italiano, Baccio del Bianco, se encargó entonces de incorporar los nuevos elementos teatrales que se iban desarrollando en Italia. El recinto volvió a caer en desuso durante el reinado de Carlos II y fue su sucesor, Fernando VI, quien mandó reconstruirlo. Puso al frente a Farinelli, que lo convirtió en el mejor teatro de Europa para la ópera en el siglo XVIII.

"Fiesta en un palacio barroco", 1750. Óleo de Francesco Battaglioli por encargo de Farinelli.

Se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid)


Ya desde sus inicios, el escenario del Coliseo contaba con embocadura, telón de boca y de fondo y también bastidores. El telón de fondo podía abrirse, dejando ver los jardines del palacio, lo que le daba mayor perspectiva y espectacularidad. Los decorados, llamados entonces “mutaciones”, se movían por un sistema de guías en el suelo y contribuían a esa perspectiva y sensación de profundidad. La superficie del tablado rondaba los 190m2


Su gran atractivo era la escenografía y las luces: complicadas tramoyas y mutaciones que se pintaban sobre bastidores y se podían mover con asombrosa rapidez. De pintar los decorados se encargaban los pintores al servicio del rey, una labor que menospreciaban los más reconocidos pero muy útil para los artistas de segunda fila. Sin embargo, en tiempos de crisis, pintores de renombre colaboraron en la escenografía teatral. Las tramoyas, movidas mediante cuerdas y poleas, permitían el movimiento espectacular de los actores, fundamental en las representaciones de obras mitológicas en las que los personajes “volaban” o se desplazaban con increíble velocidad.


El tipo de luces empleado eran muy variado: hachas, velas, lámparas de aceite, etc.. Parece que se utilizaba cierto tipo de aceite perfumado para paliar el olor del humo que desprendían tantas velas encendidas. Contribuían a ese olor los braseros y chimeneas que caldeaban la zona del público en invierno.



Su aforo, que en un principio fue de unos 1000 espectadores, se redujo a la mitad en las sucesivas reconstrucciones. Por un plano de 1655 podemos ver que contaba con 3 pisos para el público, cada uno con 4 aposentos a cada lado. Enfrente del escenario había tres aposentos bajos, encima de los cuales se situaba la cazuela (espacio destinado a las mujeres), y sobre ella, el palco real.


La distribución del publico cortesano se hacía según el criterio del Mayordomo Mayor del Rey, que era también responsable de la organización de las representaciones cortesanas. Cuando el Coliseo se abría al pueblo llano, funcionaba como un corral de comedias, y los espectadores se distribuían según la forma habitual en los teatros públicos.


El espectáculo duraba, igual que en los corrales, entre cinco y seis horas. Además de la comedia que se representaba, incluía bailes, entremeses, música… Varios autores tuvieron el privilegio de ver sus obras puestas en escena en este magnífico teatro, pero el más privilegiado fue Calderón de la Barca, que ocupó el cargo de "director de las representaciones de palacio" hasta 1680.


Se conserva bastante documentación sobre el Coliseo y podría hablarte durante horas de él, pero dejaré que seas tú, si te interesa el tema, quien la busque en la red o en las bibliotecas. Aquí solo quería introducirte en este espacio tan importante en mis dos novelas que espero te apetezca leer (y que te gusten, claro)

Y, si ya las has leído y disfrutado, sería genial que las recomendaras a otras lectoras. Tan genial como que compartieras este post. ¿Te animas? ¡Gracias!

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